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Revista de Cultural Survival Quarterly

Artículos

Ellas viven cientos de millas lejos, pero comparten un destino en común: son mujeres de las comunidades Indígenas de Batwa, Tepeth, Ik, y Benet de Uganda. Todos son residentes de la montaña viviendo en la periferia de los bosques que una vez llamaron hogar. Ellos y sus familias fueron desplazados a la fuerza sin compensación. Aun así, estas comunidades tienen fuertes conexiones económicas, culturales y espirituales a esas tierras, las cuales no han sido totalmente concedidas por los regímenes de gestión de áreas protegidas.

 

Jannie Staffansson (Saami) es una renombrada experta Indígena en cambio climático. Vive en Jokkmokk, Sápmi, al norte de Suecia, en donde trabaja con su pareja y su adorado reno.

 

Por siglos, nuestros ancestros han sabido como pronosticar el clima, predecir cosechas futuras, y curar enfermedades con medicinas naturales. En nuestros sistemas tradicionales de creencia, el mundo es habitado por espíritus: el espíritu del agua, el espíritu del fuego, los espíritus animales, y los espíritus ancestrales. La gente siente una reverencia y respeto abrumador hacia estos espíritus.

 

Maricela Zurita Cruz (Chat Nya) es originaria de San Juan Quiahije, Oaxaca, México. Se graduó de la escuela secundaria con una beca para mujeres Indígenas otorgada por el Fondo Guadalupe Musalem. Al finalizar sus estudios, comenzó a colaborar con el Grupo de Estudios sobre la Mujer Rosario Castellanos (GES Mujer), una de las organizaciones de derechos de las mujeres más antiguas de México, que trabaja para mejorar la equidad de género y el bienestar de las mujeres a través de la divulgación, la investigación, las comunicaciones, y formación en Oaxaca.

 

Boozhoo-aaniin, mi nombre es Lindsey Balidoy. Soy del Pueblo Bad River Ojibwe y Tiwa. Soy académica y educadora. Estoy orgullosa de ser una mujer queer. Soy hija, hermana, amiga, y familiar. También soy alguien que sintió que todas estas identidades no pertenecían al mismo lugar al mismo tiempo. Eso, hasta que encontré una comunidad de académicos Indígenas que se reusaron a ser invisibilizados, enseñándome lo que significada descolonizar mi identidad por medio de la academia. 

 

Mi madre fue revolucionaria. Vivió su vida auténticamente, expresando exactamente quién era y cómo se sentía, incluso en momentos que la sociedad consideraba “inapropiados.” Y eso significaba que ella sentía todo tan poderosamente como el fuego que la quemaba por dentro, y amaba con tanta valentía como las palabras que salían de su lengua todos los días. Era un ejemplo viviente de todas las madres y abuelas que han defendido la insurgencia Indígena, reclamando un lugar para ellas en los sistemas que buscaban terminar con ellas. 

 

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