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El cerro del Ñädo, sustento del modo de vida de los Ñöñho en San Ildefonso Tultepec, Mexico

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Por Fabricio Sánchez Granados and Pablo Gómez Lauría (Ñöhño)

El cerro del Ñädo o Ñädo, como le llamamos solamente en hñöñho, variante del otomí hablado en el sur del estado de Querétaro, es nuestro espacio natural más importante. Es un área natural conservada ubicada en el centro de México. Se trata de un bosque mixto de pino-encino perteneciente a la Faja Volcánica Transmexicana y dividido políticamente entre el Estado de México y Querétaro. Alrededor del bosque habitan comunidades Indígenas pertenecientes a la cultura ñöhño (otomíes), gracias a las cuales se ha logrado preservar esta área natural hasta el día de hoy en virtud de la cosmovisión donde el aprecio y uso de los elementos naturales es el aspecto más importante de la vida.
 

Las áreas naturales dentro de la Faja volcánica Transmexicana han sido de las más perturbadas de México, pues la concentración poblacional ha sido más intensa en la zona centro del país, donde se han desarrollado las ciudades más populosas del país y por lo tanto, las que más recursos demandan para su subsistencia, adoptando dinámicas de transformación social que descuidan el uso racional de los recursos naturales y por lo tanto, del cuidado de su vida. Aunque la Faja Volcánica es el paisaje fisiográfico de más reciente actividad, también es el que más peligro corre de quedarse sin espacios naturales donde el ecosistema siga siendo funcional, en el ciclo de recursos que necesitan nuevas comunidades humanas. El bosque del Ñädo es un caso concreto de las pocas reservas naturales conservadas, en una zona de transición climática bioregional, donde podemos encontrar ecosistemas activos sin una restricción de acceso, manteniéndose así por la relación de interdependencia y reciprocidad que tienen los habitantes de las comunidades Ñöñho de los alrededores.

 

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Descripción de la zona

El ecosistema que predomina en esta zona, es el bosque templado mixto, en donde existen dos principales tipos de vegetación: bosque de pino y bosque de encino. Se registran 153 especies de 111 géneros repartidos en 57 familias. Además de las plantas, los hongos en la reserva presentan una enorme riqueza gracias a su ubicación a 3400 msnm: se pueden mencionar más de 200 especies (Robles-García et al., 2018) de las que destacan: cashimu (Amanita caesarea), hongos de zorrillo (Lactarius indigo), huitlacoche (Ustilago maydis), pericon (Cantharellus cibarius), oreja de puerco, (Hypomyces lactifluorum), pancita o pambazo (Boletus), Morchella sp., hongo de pindicola(Leccinum aurantiacum), escarditas (Dentinum sp.), patitas de pájaro (Ramaria sp.), soldaditos (Helvella sp.) y clavito(PMRASQ, 2012).
 

El grupo de anfibios y reptiles es el más grande en la reserva, pero también el más amenazado con 17 especies en categoría de riesgo dentro de las que destacan los géneros Thamnophis, Crotalus y Lithobates; sin embargo, existen representantes de todos los grupos de vertebrados incluidos linces, aves migratorias y peces (PMRASQ, 2012).
 

Cosmovisión Ñöñho y naturaleza

Actualmente en las comunidades alrededor del Ñädo prevalece la visión del mundo Ñöhño que se basa en una estructura tridimensional, pensamiento trinitario que vive en la lengua y la tradición biocultural de los pueblos Ñöhño (Otomí). El nzaki, es el concepto que se tiende a universalizar en la visión del mundo otomí, pues muestra que cualquier cosa tiene vitalidad, que puede afectarse y restablecerse, todo es igual de importante que la existencia humana y es por ello que ni el verbo ni la noción de ser existe entre los otomíes. Para los ñöhño, las cosas se cargan de significado, se representan y se nombran por lo que son, con la mínima carga subjetiva social-humana (Perez Lugo, 2007).
 

En lengua otomí hay categorías aplicables por igual a todo lo viviente, plantas, animales y humanos; por ejemplo, la vitalidad y el trabajo para la ayuda mutua son un mismo concepto, mui, usado por las comunidades para su interacción, es decir, la vida misma es el trabajo colaborativo.  La comunidad es la totalidad viviente interactuando, así, cada criatura tiene su representante. Kha, la energía suprema creadora de todo, logró adaptar al ser humano a la vida hasta la tercera generación, por lo tanto, es una energía dispuesta a mejorar, la energía suprema también se equivoca, por eso en la visión otomí se tiene la oportunidad de equivocarse y aprender, mejorar en cada momento de la existencia y ese es uno de los principales sentidos de existir para las comunidades Ñöhño (Perez Lugo, 2007).
 

La cultura Ñöhño en la actualidad manifiesta su esencia en los rituales de producción artística y cultural. Los principales oficios y dedicaciones de la vida comunitaria están centrados en el trabajo con la tierra y animales, la creación de bordados, la alfarería, escultura y la danza. Para la vida comunitaria es esencial seguir reproduciendo estas actividades, no se trata meramente de un trabajo, sino de una reproducción humana de los elementos naturales y simbólicos, es decir, se trata del aporte y la continuidad del ser humano como parte de la naturaleza. Bajo esta perspectiva la humanidad también aporta servicios ecosistémicos, el arte es una manifestación humana de la naturaleza.




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¿Cómo nos relacionamos con el bosque del Ñädo?

De las montañas del bosque, usamos la madera de los encinos para cocinar nuestros alimentos, la madera del madroño para cocer nuestras figuras de barro. Del suelo del bosque, somos el lugar de la región donde más variedad de hongos sabemos usar. De las faldas del bosque, donde se comienza a escurrir el agua, donde tenemos nuestras casas, las construimos de las rocas de colores que hay bajo el suelo y del suelo, aprovechamos las arcillas para hacer el barro. De las plantas y los animales que viven en el cerro o en nuestras casas, les damos su lugar, las nombramos por como suenan, las bordamos y las valoramos en nuestro arte.
 

Flora y Tierra

Las comunidades alrededor del bosque hacen uso del recurso forestal en diversas modalidades; la más extendida, es la colecta de ramas secas como leña para la preparación de alimentos, así como de las ramas grandes y largas para material de construcción. Otra forma de aprovechamiento ha sido el uso de troncos para la quema de figuras de barro, actividad que se practica desde que los habitantes de esta zona vivían en cuevas, y para la preparación de barbacoa de borrego en horno de piedra. Además, una actividad común es la transformación de madera en carbón, a través de hornos que se montan entre las zonas abiertas del bosque.
 

Los habitantes de las comunidades alrededor del Ñädo suelen recolectar hongos en la época de lluvias: es posible encontrar más de 200 especies de de las cuales se utilizan poco más de 30 (Robles-García et al., 2018). Principalmente se consumen de forma local y en menor medida se comercializan a pequeña escala en ciudades cercanas o a pie de carretera. Un ejemplo notable de este trabajo son las familias del barrio de Xajay que se organizan en el grupo Ngu Hyete – Casa de los Hongos, que desde 2018 ofrecen servicios a turistas, venden alimentos preparados con hongos y se dedican a deshidratarlos para comercializarlos aún después de la época de lluvias.
 

Por otro lado, se da el cultivo de maíz, generalmente por ciclo anual, y durante la temporada  del verano por la humedad del ambiente y que se mantiene gracias a la altitud y la cubierta forestal cercana a las parcelas y la milpa de papa-chile-calabaza-frijol. Como expresión del interés por la conservación de los diferentes tipos de maíz y su cultura, durante los últimos 7 años se ha organizado en cinco de las comunidades alrededor de la reserva,  la Feria del Maíz Nativo y la Milpa donde se celebra a la tierra. Los y las campesinas realizan intercambios de semillas a nivel regional con participación de productores de Tlaxcala, Estado de México, Puebla, Michoacán y Querétaro.
 

Existen grandes retos y amenazas a los ecosistemas en el Ñädo y al modo de vida en las comunidades Ñöñho por cuestiones económicas, ambientales y sociales. Consideramos que existen los elementos en nuestras propias comunidades y en las acciones de educación, emprendimientos, comunicación y colaboración para hacer frente a estos retos y continuar teniendo el vínculo vital con el Ñädo y sus bosques. Entre las actividades de mantenimiento y relación con el bosque de las comunidades, se tienen prácticas renovadas que están dando un salto cualitativo de interés por el medio ambiente y sus evidentes relaciones con la salud y el bienestar. Desde hace 2 años se realizan jornadas de reforestación en el Ñädo con bellotas nativas del propio bosque, organizadas y promovidas por familias locales, diferente a como se hizo los últimos 30 años cuando dependía de secretarias gubernamentales y consistían en coníferas de rápido crecimiento que desplazaron a la flora nativa. 
 

La intención es recuperar las áreas deforestadas o incendiadas con planta nativa desarrollada cerca del propio bosque, con su suelo, su agua y su clima propicio. En las jornadas participan grupos de habitantes en sus propias comunidades y a veces apoyando a los grupos de otras comunidades, algunas cerca del bosque, otras más bien lejos. Así  vamos encontrando diversos esfuerzos de reforestación, dando continuidad al intercambio de experiencias y perspectivas durante las ferias culturales de reciente creación por iniciativas comunitarias, como la del hongo y el maíz nativo, donde en los foros de participación y en un ambiente de amistad, se encuentran los esfuerzos y las necesidades compartidas.

 

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El instituto Intercultural Ñöñho fue apoyado por Cultural Survival en la convocatoria 2020 de los fondos para medios comunitarios Indígenas, con la finalidad de iniciar una gestión de su trámite ante el Instituto Federal de Telecomunicaciones para tener una concesión de Radio Comunitaria.