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LAS HUELLAS DE LAS INJUSTICIA EN GUATEMALA

Por Cesar Gomez

422 masacres,  registró el Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica (1988) durante el conflicto armado en Guatemala (1960-1996).

El documento mencionado registró 263 masacres en el departamento del Quiché,  63 en Alta Verapaz, 42 en Huehuetenango, 16 en Baja Verapaz, 17 San Marcos y 10 en Petén.

Los Pueblos Indígenas fueron los más afectados. Uno de los responsables mayores de esta tragedia fue el general Efraín Ríos Montt. En 1982 este militar tomó el poder mediante un golpe de Estado y creó tribunales especiales y patrullas paramilitares (700 mil conscriptos) que aterrorizaron a la población civil.

Esta dictadura ha sido la más sangrienta que se recuerde en la historia de Guatemala, donde los Pueblos Indígenas fueron por mucho los que más sufrieron.  Los militares actuaron allí donde hubo una creciente organización comunitaria.  La tiranía se ensañó contra un pueblo que pidió tierra y salarios justos en el campo y que se manifestó en contra del servicio militar obligatorio.

Las masacres fueron muchas. Los testimonios de los sobrevivientes coinciden en decir que los militares utilizaron métodos brutales de intimidación, secuestros de noche, que resultaron en la constante aparición de cuerpos mutilados

En el libro Masacres de la Selva, escrito por Ricardo Falla, describe que el que Ríos Montt intentó “controlar a la población y formar aldeas estratégicas con patrullas civiles”  y al no lograr su cometido, el ejército arrasó con los poblados.  Decenas de familias fueron fusiladas o quemadas vivas en sus hogares. Sus cuerpos se enterraron en fosas comunes.

Las acusaciones en contra de los líderes comunitarios fueron constantes y falsas.  192 masacres se contabilizaron durante el genocidio implementado por el general Ríos Montt en contra de Pueblos Indígenas.

Miles de familias  huyeron a las montañas, otras se refugiaron en las zonas marginales de la ciudad y otras cruzaron las fronteras. El exilio se multiplicó en muchos países: México, Estados Unidos y otras naciones.

El 8 de agosto de 1983, Ríos Montt fue derrocado por  la misma Junta Militar que lo llevó al poder. Su tiranía no solamente fue una tragedia para Guatemala, sino también para toda América Latina y una mancha en la conciencia moral del mundo. El hoy fallecido Ríos Montt es una especie de extraño monstruo que combinó la crueldad con su fundamentalismo religioso.

La doctora Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz (1992), la líder Indígena más conocida de Guatemala  ha sido y es una activista de primer orden. Ella y su familia sufrieron en carne propia las acciones de la tiranía militar.

Entre 1979-80 su madre, Juana, y  uno de sus hermanos, Petrocinio, fueron secuestrados, torturados  y asesinados por el ejército. En 1980 su padre, Vicente, también fue asesinado. En 1984, otro hermano, Víctor, fue muerto por el ejército.

Con todo y como homenaje a su coraje, Rigoberta Menchú Tum recibió su Premio "en reconocimiento a su trabajo por la justicia social y la reconciliación etno cultural basada en el respeto a los derechos de los pueblos indígenas".

El 10 de mayo de 2013 Ríos Montt fue condenado a 80 años de prisión por genocidio y delitos de lesa humanidad.

Pero, solo dos semanas despues, en un voto controversial de dos-terceros, el Corte de Constitucionalidad en Guatemala anuló esa decisión. Hasta su muerte, los sobrevivientes de los massacres estuvieron trabajando en volver a condenarlo por sus crímenes.

La muerte del General Ríos Montt, no borra el dolor, ni las huellas de la injusticia. El espíritu de lucha de las abuelas y los abuelos, de nuestros Pueblos Indígenas, quedará para siempre en la conciencia de la humanidad como un testimonio de libertad y dignidad.

Foto por Surizar.