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Mixtec/queer: Reconstruyendo el pasado, reimaginando el futuro.

 

Soy un na ñuu savi (persona del lugar de la lluvia, mixteco) nacido en Santa María, California, Estados Unidos, de Nivi Ñuu Savi (pueblo del lugar de la lluvia) quienes emigraron allí para trabajar como granjeros en la economía agrícola de California. Ñuu Savi (el lugar de la lluvia) se encuentra en Oaxaca, Puebla y Guerrero, México, donde muchos pueblos son conocidos por nombres que describen nuestra historia. En la variación mixtepec de tu'un savi (lengua de la lluvia), San Juan Mixtepec recibe el nombre de Ñuu Xnuviko (lugar donde descienden las nubes) en referencia a una historia sobre un alto tuyuku (árbol ciprés de Moctezuma) que se mantuvo en el pueblo principal y sobre el que se reunían muchas nubes. 


Mixtepec y Mixtec (el lugar y el pueblo de las nubes) son nombres aztecas impuestos cuando conquistaron Ñuu Savi. Más tarde, los católicos españoles impondrían su lengua y religión a los nombres de lugares Ñuu Savi y aztecas; así, San Juan Mixtepec se convirtió en otro nombre. La gente de Ñuu Xnuviko que se conoce como na ñoó (gente de nuestro pueblo) llegó a aceptar a San Juan Bautista como su santo patrón que nos protege y nos asegura la lluvia. Si bien el catolicismo es un vehículo de rituales a través de los cuales practicamos la reverencia a la naturaleza, también es un vehículo de nuestras tendencias patriarcales. Nuestros presentes Indígenas están llenos de sincronicidades. Son prácticas e historias que se juntan y se separan que escribo sobre lo que es ser queer o Indígena.


Rara vez puedo cruzar la calle en Santa María sin ver a un miembro de la familia, Na Ñoó, o Na Ñuu Savi de un pueblo diferente. Crecí en una comunidad dominada por los hombres y donde las mujeres rompen las barreras de la violencia masculina para impulsar su libertad de ko va'a (vivir bien). En las comunidades mixtecas, el objetivo de vivir bien está rodeado de ideas de supervivencia económica, bienestar emocional y salud física. Crecer en una familia de trabajadores agrícolas de bajos ingresos está lleno de luchas. En los días en los que mamá contaba el dinero que ella y papá recaudaban para el alquiler y las facturas, mamá decía: "Na ko va'ako, ñaka ni vi" (vivamos bien, eso es todo) para comunicar que nuestras luchas económicas no eran tan importantes como nuestra salud emocional y física. La lucha añadida de romper barreras como la violencia machista, el abuso de drogas y la enfermedad hizo que sobrevivir fuera más difícil para todos nosotros. Una lucha añadida a la que tuve que enfrentarme en silencio es la homofobia. 


De niño, aprendí que lo que yo era, un chico atraído por otros chicos estaba mal. Mantuve esta atracción en secreto. Veía historias de homosexuales en programas de televisión e historias de salidas del armario en YouTube en las que parejas y jóvenes sufrían daños físicos, amenazas de muerte y padres que abandonaban a sus hijos o abusaban de ellos por ser queer. De niños nos enseñan a pensar que los hombres se definen por la agresividad y que los rasgos finos son femeninos, así que aprendí que ser gay y femenino a la vez es peor. Luché profundamente con esto de niño, y me negué a expresar esta parte de mí mismo por miedo al abandono y a la violencia física. 


El primer acto público 2SLGBTQ+ al que asistí no fue a propósito. En 2008, activistas 2SLGBTQ+ tomaron un cruce de Santa María y marcharon con pancartas contra la iniciativa electoral estatal Proposición 8, que, de aprobarse, eliminaría el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio. Caminaba solo hacia casa cuando oí a una multitud que gritaba “¡No a la 8!". Se movían en una plaza con carteles en alto cuando los semáforos se ponían en verde, deteniéndose para dar la bienvenida o discutir con la gente en las esquinas cuando los semáforos se ponían en rojo. Yo no interactué con nadie, crucé la calle en silencio mientras la multitud gritaba a mi alrededor. En el fondo deseaba hubiera podido marchar abiertamente con este grupo. Con el tiempo me uní a la Alianza Gay-Hetero de mi instituto. La propuesta 8 fue aprobada. Aprendí a ser queer en diferentes lugares privados y públicos, a veces preocupándome y a veces no de lo que la gente podía pensar.

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San Juan Bautista en las Fiestas Patronales de San Juan Mixtepec en Lamont, CA.

El segundo evento público 2SGLGBT+ al que asistí fue una vigilia celebrada para reconocer el aumento de suicidios de jóvenes 2SLGBTQ+ en 2010, el mismo año en que la Proposición 8 fue declarada inconstitucional. El tercer evento fue el "Orgullo Gay de Santa Bárbara" en 2011. Ese mismo año participé en un programa de una semana de duración, el Instituto de Liderazgo Comunitario, posible gracias a Comunidades Justas de Santa Bárbara. A través de este programa aprendí a articularme y empoderarme como persona queer, Indígena y de bajos ingresos, mediante la organización colectiva para luchar contra los estereotipos y las políticas que pretenden desempoderarnos. En 2012, participé en talleres de historias 2SLGBTQ+ a través de la Pacific Pride Foundation de Santa María. Fue una iniciativa creada por Thedy Barahona tras la aprobación de la Ley de Educación FAIR de California, que obligaba a las escuelas de California a enseñar la historia LGBTQ. Hablamos de las identidades sexuales y de género queer, de las historias de abusos contra la comunidad y de las historias de resistencia. Los talleres tuvieron buen recibimiento, y a veces por el impacto de estas,  los alumnos salían del armario o cambiaron de opinión sobre los estereotipos 2SLGBTQ+ que debatimos en clase.


Soy un hombre de 28 años que no ha salido del armario con mis padres. Si llegan a saber de mi sexualidad, mi mensaje para ellos es que estoy viviendo bien a pesar de mis luchas. Los visito en casa, aunque uno de mis motivos para mudarme a Los Ángeles desde Santa María en 2014 fue practicar mi propia versión de ko va'a, lejos de cualquier rechazo de ellos o de la comunidad. Celebré ser queer y ser Indígena por separado. Esta distancia me ayudó a salir del armario ante mis hermanos, cuya aceptación creció a medida que yo crecía y celebraba ser queer al margen de la comunidad Indígena que me había criado. En Los Ángeles, construí otra casa en la que espero acoger a mis padres. Aún no me siento seguro para hacerlo. No les culpo a ellos de este sentimiento; culpo a la homofobia y al colonialismo, a cómo ambos confabulan para construir el presente en el que estamos.


Nunca pude definir quién soy como persona Indígena queer hasta el 2019, después de participar voluntariamente en eventos organizados por los entonces líderes del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales y miembros fundadores de Comunidades Indígenas en Liderazgo, Odilia Romero, Janet Martínez y Luis López Reséndiz. La noche después de “Tejiendo las palabras y rimas” (Weaving Words and Rhymes), un concierto de rap que reúne a raperos Indígenas de Estados Unidos y México, tuve la oportunidad de hablar con dos hombres que rapean en tu'un savi. Ambos habían emigrado a California desde San Martín Peras, otro pueblo oaxaqueño de Ñuu Savi. Janet me animó a preguntarles por los homosexuales de su pueblo. Uno de ellos recordó a un anciano que llamaba a un hombre afeminado como Na Ivi (dos personas), al que le aconsejaron que no lo mirara directamente por su capacidad para usar magia contra las personas. Esto me recordó lo que había leído sobre la afinidad espiritual de las personas dos espíritus, conocidas sobre todo para describir a los Indígenas fuera del género binario normalizado en algunas partes de Norteamérica. Más tarde me enteré de que en Ñuu Xnuviko nos llaman na uvi nuu, personas de dos apariencias o fuerzas.


Aunque he tratado de investigar más sobre la historia de la diversidad sexual y de género en el México Indígena, esta parte de nuestra historia ha sido tergiversada en la literatura, la historia oral y la práctica por gente de fuera. Tendré que preguntar directamente a los miembros de la comunidad. Me gustaría preguntar lo siguiente a otras personas como yo de las que quiero aprender: ¿Cómo reconstruimos el pasado, construimos el presente y planeamos el futuro en los que podamos vivir bien como personas Indígenas de "América Latina" y queer?



— Claudio Hernández (na ñuu savi/mixteco) es escritor residente de Cultural Survival 2022-2023.

Foto superior: Claudio Hernández con su traje de gala de San Juan Mixtepec y bailando con Odilia Romero.

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