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El Tercer Malón de la Paz: Una historia de reclamos al silencio en Argentina 

Por Candela Palacios (Equipo de CS)

El Tercer Malón de la Paz. Una historia de reclamos al silencio.

Papá, dime otra vez, ¿por qué tuviste que ir tan lejos?

Esperábamos que así se escuchara por fin el reclamo por nuestra tierra, hijo mío.

Pero ¿la tierra no es ya nuestra? 

Sí, hijo. Siempre lo ha sido. Pero algunas personas quieren que este hecho sea olvidado, como nosotros mismos lo hemos sido.*

Más de 2000 kilómetros, o 1200 millas. Esta fue la distancia recorrida por más de un centenar de representantes Indígenas de diferentes comunidades, a veces en carretas o burros, a veces a pie, durante la marcha de casi tres meses llamada "El malón de la paz", en Argentina en 1946. El término Malón, que en Mapudungún significa incursión sorpresiva y colectiva, fue adoptado por varios países sudamericanos para describir un tipo de acción militar llevada a cabo por varios Pueblos Indígenas para luchar contra el robo de sus tierras ancestrales. 

El término fue apropiado y resignificado por representantes Indígenas en 1946 para describir su marcha pacífica desde Jujuy, Argentina, hasta la capital del país, Buenos Aires, para exigir al recién elegido presidente, Juan Domingo Perón, la devolución de sus tierras. Durante su campaña electoral, Perón había prometido expropiar latifundios para devolver la tierra "a quienes la trabajan". Al final, sin embargo, la promesa no se cumplió y las demandas de los Malón no fueron escuchadas. Tras ser paseados por la ciudad durante unos días, los “maloneros” fueron obligados a subir a un tren y enviados de vuelta a sus territorios, donde los terratenientes y capataces les esperaban para castigarles y someterles nuevamente a un trabajo en condiciones de servidumbre en vastos ingenios azucareros. 

La historia se repitió en 2006, cuando un Segundo Malón de la Paz marchó desde la capital jujeña hasta Purmamarca, en la misma provincia, para exigir al gobierno provincial la devolución de sus tierras, un derecho ahora garantizado por la Constitución Nacional tras su reforma de 1994. El artículo 75 de la nueva Constitución, en su inciso 17, reconoce la preexistencia de los Pueblos Indígenas en la nación Argentina. Esta preexistencia otorga a los Pueblos Indígenas el derecho a poseer sus tierras ancestrales y a participar en la gestión de sus recursos naturales. Pero para que las tierras pudieran ser restituidas, debían estar debidamente demarcadas. Por ello, a finales de 2006 se aprobó la Ley de Emergencia 26.160, con el objetivo de completar el proceso de demarcación en un máximo de tres años. Lamentablemente, debido a la falta de voluntad política y a un conflicto de intereses, la ley ha tenido que ser prorrogada tres veces, y la demarcación de las tierras sigue inconclusa.

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En la madrugada del 20 de Junio de 2023, luego de un proceso apresurado y a puertas cerradas, el gobierno de Jujuy aprobó una reforma de la constitución provincial. La discusión y redacción del nuevo texto se dio en medio de protestas iniciadas por los docentes en reclamo de mejores condiciones laborales, a las que luego se sumaron otros grupos sociales. Los artículos reformados de la constitución no sólo permiten a las empresas mineras internacionales un acceso más fácil a las reservas de litio (ubicadas en tierras Indígenas tradicionales), sino que también prohíben el derecho a la protesta, entre otras propuestas antidemocráticas. Además, la reforma se llevó a cabo sin respetar el derecho de los Pueblos Indígenas al Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) cuando un proyecto afecta a sus tierras y su bienestar, consagrado en el Convenio 169 de la OIT y sancionado por el Congreso argentino en 1992. 

La reforma se encontró con la feroz resistencia de diversos sectores de la población, incluidas las comunidades Indígenas, que protestaron en la capital provincial y en varias ciudades y pueblos, principalmente bloqueando carreteras. Estas protestas fueron violentamente reprimidas por las fuerzas armadas, lo que provocó detenciones masivas, malos tratos y heridas a muchos manifestantes. Un menor incluso perdió un ojo por una bala de goma. 

Con el paso de las semanas, la cobertura mediática nacional de la situación disminuyó. En medio del conflicto, el gobernador de Jujuy y principal impulsor de la reforma, Gerardo Morales, fue elegido candidato a vicepresidente por el partido de derecha Juntos por el Cambio (JxC), que gobernará Argentina de 2015 a 2019. El conflicto de Jujuy puede haber afectado a los resultados del partido en las elecciones primarias del 13 de Agosto, en las que tanto las listas propuestas por JxC como el candidato del actual gobierno peronista se vieron superados por el candidato libertario de extrema derecha, Javier Milei.

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Una malonera comparte su experiencia sobre cómo la reforma constitucional la afecta a ella y a su familia, y por qué es importante que todos apoyen su causa.

Mientras continuaban las protestas y la represión, varios representantes Indígenas de Jujuy llegaron a la conclusión de que sus demandas no serían escuchadas en su provincia. Por este motivo, el 25 de Julio partieron nuevamente hacia Buenos Aires en lo que denominan el Tercer Malón de la Paz. La caravana, esta vez con la ayuda de vehículos motorizados, pasó por varias ciudades y fue recibida con solidaridad. La marcha está compuesta por más de doscientas personas, y algunos de los maloneros más veteranos son hijos de los que hicieron el viaje original en 1946. El Tercer Malón de la Paz llegó a Buenos Aires el 1 de Agosto, un día importante para los Pueblos Indígenas de la región por ser el Año Nuevo Andino y Amazónico. Muchas comunidades Indígenas celebran esta fecha levantándose temprano para esperar la llegada de Inti, el Sol, que marca el comienzo de un nuevo ciclo, y para hacer ofrendas a la Pachamama, o Madre Tierra, a cambio de sus dones y para pedirle salud y prosperidad. 

Pero el Malón no fue recibido con el mismo respeto en la capital. Como su exigencia esta vez es que intervenga la justicia nacional y detenga la ilegal reforma de la Constitución provincial, intentaron acampar en la Plaza Lavalle, un parque ubicado frente al Palacio de Tribunales de Argentina. El gobierno porteño, cuyo titular Horacio Rodríguez Larreta es candidato a presidente por Juntos por el Cambio (y quien eligió a Morales como vicepresidente), no les permitió instalar carpas en la Plaza, ni siquiera para las frías noches de invierno y los días de lluvia que deben soportar los maloneros. La Corte Suprema no los ha recibido, alegando que las agendas de los jueces están llenas, incluso después de que tres maloneros se declararan en huelga de hambre encadenados a la reja de los Tribunales. 

Tras semanas de manifestaciones pacíficas, y con el apoyo de activistas y del Premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, algunos legisladores de izquierda y peronistas, así como el Secretario de Derechos Humanos del país, recibieron a varios representantes. El Presidente de Argentina, Alberto Fernández, recibió a algunos representantes y firmó un acuerdo en el que se comprometía a crear una Comisión de Investigación sobre Violencia Institucional en el plazo de una semana, pero hasta la fecha esta Comisión no se ha creado.

Lamentablemente, las figuras políticas no son las únicas que muestran indiferencia ante la causa de Malón. Hace unos días, una reportera de televisión se encontró con dos maloneros que viajaban en el subterráneo, y cuando la saludaron en Quechua, su lengua, empezó a burlarse de ellos, apoyada por los presentadores en el estudio. Aunque muchas personas criticaron este hecho como racista e irrespetuoso, el programa sólo se disculpó "por haber hecho a algunas personas sentirse incómodas", sin abordar las acusaciones de discriminación y racismo estructural, un problema prevalente en la sociedad argentina.

A pesar de los malos tratos, la discriminación y la indiferencia a los que se han enfrentado, tras un mes en Buenos Aires el Malón se mantiene fuerte. Mucha gente está apoyando su acción, ayudándoles con provisiones y proporcionándoles lugares para usar baños y duchas. El viernes 25 de Agosto, un grupo de maloneros se acercó a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde tuve la oportunidad de escucharlos. Muchos dijeron que tenían miedo de volver a sus casas, a sus familias, porque no sabían hasta dónde podía llegar la policía de Morales, y temían convertirse en Desaparecidos, el término con el que se denomina a las más de treinta mil personas secuestradas, torturadas y asesinadas por la última dictadura argentina, que tomó la conducción del país entre 1976 y 1983. 

Sin embargo el Malón resiste. Tanto en Buenos Aires como en los cortes de carretera de Jujuy, los maloneros luchan y piden a la gente que les escuche, que se una a ellos en su demanda de justicia. Dicen que es la única manera de obligar a los gobiernos a priorizar el bienestar presente y futuro de la gente por encima de los intereses de las empresas mineras internacionales, que pueden afirmar que los minerales de transición son la clave para un futuro sostenible, pero que una vez más no tienen en cuenta la vida de quienes se quedan con una tierra devastada. Aquellos cuya piel es más oscura y que hablan una lengua diferente. Los Otros. Las personas que llevan miles de años viviendo en la tierra, respetándola y defendiéndola de cualquier daño, y que aseguran que seguirán haciéndolo aunque sea lo último que hagan.

*Diálogo reconstruido a partir del relato de un malonero en su visita a la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 25 de agosto de 2023.

Foto superior: Maloneros en su visita a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, 25 de agosto.

Fhotos por Candela Palacios.