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Un idioma en crisis: el roghingya

 

Detrás de cada crisis, está la pérdida de cultura o idioma que enfrenta un pueblo en específico. Las personas afectadas son vistas simplemente como víctimas. En el corazón del genocidio rohingya de combustión lenta, los rohingya hemos perdido el contacto con nuestra propia cultura y la originalidad de nuestra lengua oral. Esta es otra opresión contra los rohingya.


Arakan, hoy en día el estado de Rakhine, situado en el oeste de Myanmar, es el hogar permanente de los antepasados rohingya desde el siglo VII. Los pueblos rohingya pertenecen a una cultura, idioma y fe distintos, y tienen sus propias artes, diferentes de las de otras personas alrededor del mundo. Los rohingya musulmanes, hindúes y de minorías étnicas budistas como los daingnet y mayamagyi hablan rohingya, una lengua indoaria oriental emparentada con el bengalí-asamés.


Arakan fue un reino independiente hasta que la dinastía birmana Konbaung lo conquistó el 31 de diciembre de 1784. Desde entonces, Arakan ha sido parte de Myanmar y fue designada como la patria del budismo, un proceso acompañado por la destrucción de muchas mezquitas históricas y otros monumentos. En 1824 los británicos colonizaron Arakan, y con el tiempo sus pueblos, ya sean rohingya, budistas o hindúes, fueron introducidos a una mezcla de culturas y tradiciones.


El 4 de enero de 1948, Myanmar declaró su independencia de Gran Bretaña. En 1962, una junta militar encabezada por U Ne Win tomó el poder y su gobierno atacó a la población rohingya en Arakan. Para demoler a la comunidad, apuntaron a nuestra cultura y artes. En 1964, el gobierno eliminó el idioma rohingya de la radiodifusión. Poco a poco perdimos el contacto con nuestra rica cultura, tradiciones y artes, a pesar de nuestra larga existencia y duradera identidad Indígena.


Hubo varias operaciones patrocinadas por el Estado y llevadas a cabo por dictadores birmanos contra la población rohingya en Arakan. En 1978, el gobierno socialista de U Ne Win lanzó la Operación Rey Dragón. Durante la violencia, muchos rohingya fueron asesinados o encarcelados y más de otros 200 mil huyeron al vecino Bangladesh. En los años 1980, “La Junta” nos despojó de nuestros derechos de ciudadanía. Desde entonces, se endureció cada vez más una red apartheid de restricciones de derechos en la que fuimos discriminados en lo social y lo religioso. Se nos restringió la capacidad de practicar nuestras propias tradiciones culturales y fiestas religiosas.


El abuso culminó en una represión militar en agosto de 2017, cuando las fuerzas de seguridad de Myanmar atacaron sistemáticamente a la población rohingya en Arakan. Esta vez, más de 700 000 aldeanos rohingya huyeron a la vecina Bangladesh, atormentados por historias de violaciones en grupo, asesinatos en masa e incendios provocados que incitaron el éxodo de refugiados más rápido del mundo desde el genocidio de Ruanda de 1994. Las Naciones Unidas lo describieron como un “ejemplo típico de limpieza étnica”. Después de los asesinatos, el gobierno de Myanmar demolió nuestras antiguas madrazas, mezquitas y otros edificios religiosos como parte de sus esfuerzos por borrar nuestro patrimonio, un recordatorio de nuestras profundas raíces en la tierra de Arakan.


Arakan, conocido como “el jardín verde”, es una región costera histórica en el sudeste asiático. Es un lugar de gran belleza natural con exuberantes colinas, bosques, ríos y todas las variedades de esplendor natural. En Arakan, la gente depende de la madre naturaleza. Aman profundamente la pureza de la naturaleza. El olor de los arrozales, el sonido del canto de los pájaros y el susurro de los ríos que fluyen en Arakan inspiran letras plenas de gratitud, un reflejo de nuestra sensibilidad literaria y estética, y el suelo fértil proporcionado por la misma madre naturaleza, que nutre el espíritu y nuestro deseo de preservar el ritmo de estos dones en el núcleo de nuestros corazones.


Las canciones tradicionales son una parte integral de la tradición oral de la cultura rohingya. Se transmiten a través de la tradición oral y llegan a nosotros como provenientes de compositores desconocidos. Algunas canciones tradicionales son de procedencia antigua, interpretadas como parte de la costumbre rohingya desde tiempos inmemoriales en Arakan. Estos artefactos de la tradición fueron compartidos de generación en generación dentro de la comunidad. Las canciones populares rohingya están compuestas en nuestro idioma nativo, ricas en versos rítmicos y valores estéticos con raíces en la historia y el espíritu de la tierra.


Había una vez, cuando no había lápiz y papel en Arakan, que nuestros antepasados rohingya registraron los recuerdos de guerras, batallas, reyes, reinos, amor, tragedia y desastres componiendo canciones tradicionales, cuentos populares, acertijos y proverbios. De esta manera dejaron lecciones y moralejas para ser transmitidas a sus hijos y nietos. Colectivamente, representan una saga que comenzó con la antigua cultura rohingya y fluye a través de nuestra herencia, conectando nuestro idioma con nuestra tierra y llevando los valores y la sabiduría de nuestros antepasados que vinieron antes que nosotros a Arakan.
 




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Los amplios megacampamentos de refugiados rohingya en Cox's Bazar, Bangladesh, donde más de un millón de refugiados rohingya están instalados temporalmente.


Cuando era niño, mi abuelo tenía un ritual: todas las noches antes de irme a dormir, solía contarme esos cuentos populares tradicionales rohingya, canciones tradicionales y canciones de cuna. En su regazo, me quedaba dormido mientras escuchaba el sonido de su voz. La melodía es muy hermosa y la profundidad de los versos me seguía hasta que entendí su significado como adulto.


Ahora, el campo de refugiados más grande del mundo en Cox's Bazar se ha convertido en el hogar temporal de más de un millón de refugiados rohingya. Myanmar sigue negándose a ofrecer garantías de seguridad o derechos a los rohingya. Después del último golpe militar en febrero de 2021, a muchos rohingyas les preocupa que no puedan regresar de manera segura a su tierra natal durante años o posiblemente décadas. Estas familias de refugiados no tienen más remedio que quedarse obligadamente. Más de 600 000 rohingyas siguen residiendo en Myanmar, pero corren el riesgo de sufrir nuevos actos genocidas a manos del ejército de Myanmar.


El exilio no solo desvanece la luz de nuestra cultura, sino que también nos obliga a adaptar nuestro idioma y cultura a la de la comunidad anfitriona. En estos campos de refugiados, los trabajadores humanitarios rohingya, los maestros, los líderes religiosos, los majhis (líderes de los campamentos) y otros se ven obligados a usar el idioma bengalí en sus lugares de trabajo. La velocidad de esta influencia obliga a la comunidad general de refugiados rohingya a usar estas lenguas mixtas incluso en sus hogares, así como en su comunicación mutua con amigos y familiares en su vida cotidiana.


Hay varios factores en la pérdida de la originalidad del rohingya oral y la comunidad de refugiados rohingya está olvidando gradualmente su propio idioma. Miles de los refugiados que han estado viviendo en los campos de Kutupalong y Noyapara desde 1993 se han adaptado casi por completo a la vida en Bangladesh. Hablan la misma lengua que la comunidad anfitriona de Bangladesh y usan el mismo estilo de ropa. Hay poca diferencia cultural entre ellos hoy en día. Esto ejemplifica el paso final en la destrucción del idioma y la identidad rohingya que U Ne Win comenzó en la década de 1960.


Lo peor es que las ONG y agencias que operan en los campos de refugiados parecen ciegas a esta pérdida; algunas ONG y agencias han estado utilizando este lenguaje mixto en campañas de sensibilización para los refugiados rohingya en Cox's Bazar. El gobierno de Myanmar a menudo nos acusa de ser bengalíes, diciendo que emigramos a Myanmar ilegalmente. Un día, regresaremos a nuestra patria en Myanmar. Pero volver con esta lengua y cultura mixtas dará validez a aquellos que dicen que simplemente somos inmigrantes ilegales de Bangladesh y nos hará la vida difícil de nuevas maneras. En términos de nuestra identidad, los rohingya han perdido casi todo. Nuestro idioma oral es la última pieza de identidad que tenemos. Mantener esta identidad es la mayor preocupación para nosotros por ahora.


El 21 de marzo de 2019, mis amigos y yo establecimos Art Garden Rohingya, una plataforma en línea que ha estado documentando y reviviendo la cultura, el idioma, la literatura y el arte rohingya. Tenemos cientos de artistas rohingya en ciernes, incluidas varias mujeres, que escriben poesía, dibujan pinturas y cantan canciones en rohingya. En la comunidad de la diáspora rohingya, hay varios movimientos y desarrollos relacionados con la revitalización de la lengua rohingya. Y hoy tenemos dos guiones rohingya modernos: Hanifi Rohingya y Rohingyalish.


La Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se ha traducido al hanifi rohingya y hay algunos diccionarios y libros de ejercicios en rohingyalish. En los campos de refugiados de Cox's Bazar, mis amigos y yo estamos coordinando el “Proyecto de preservación de la lengua rohingya”. Estamos documentando esos idiomas mixtos que los refugiados rohingya hablan ahora y estamos creando conciencia en la comunidad sobre la importancia de mantener el idioma rohingya. Este es solo el primer paso en un viaje de un millón de millas.


— Mayyu Ali (rohingya) es el autor de "EXODUS: Entre el genocidio y yo". Es poeta, activista de derechos humanos y trabajador humanitario. Ha escrito artículos de opinión para The New York Times, Washington Post, TIME, Financial Times, Asia Times, CNN, The Independent, Al Jazeera y Dhaka Tribune, entre otros. Es cofundador y editor de Art Garden Rohingya.
 

Foto superior: Niñas rohingya jugando al rosí foldani, un juego tradicional de saltar la cuerda dentro del campo de refugiados de Cox's Bazar, Bangladesh.

 

Todas las fotos por Mayuu Ali.