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A té qík'xyé toj nin k'ul ex toj chg'ajlaj - Cuando cruzamos montañas y desiertos 

Migración forzada en Abiayala

Por Alianza Indígena sin fronteras: Liga Maya Internacional y Oficina de Lenguas Indígenas

Nuestras historias están tejidas en los movimientos de nuestros pueblos a través de los mundos y dimensiones, y continúan emergiendo a pesar de la migración forzada por las guerras y masacres en nuestra contra, y el rastro de lágrimas. Sobrevivir es permanecer siendo quienes somos en nuestros propios términos. Más de 500 años de colonización, despojo de tierras y genocidio han creado desplazamiento forzado de nuestras tierras ancestrales en toda la Isla Tortuga, Ixim Ulew Abialaya. Nuestros idiomas, ceremonias, cosmovisiones y derecho de existir como pueblos y naciones distintas han estado bajo ataque de parte de sistemas impuestos y de los gobiernos, lo cual ha sido una invasión tan fuerte que casi nos mata mediante la negación obligada de nuestra identidad, la eliminación estructural y el genocidio. Continuamos peleando por nuestra identidad y sobrevivencia en contra de leyes inhumanas y políticas que todavía imponen fronteras, ideologías y gobiernos sobre nuestras tierras y cuerpos.

Nuestra convergencia como Pueblos Indígenas, defensores y recolectores de conocimientos luchando por nuestros derechos en migraciones forzadas, comenzó en el momento histórico de guerras y genocidio en Ixim Ulew (la Tierra del Maíz) Guatemala, a finales de la década de los 70s. Algunos de nosotros fuimos blancos de guerra y obligados a huir; otros trabajaban en el ferrocarril subterráneo del Movimiento Santuario de los años ochenta. Algunos de nosotros reportamos las historias de genocidio en Guatemala y muchos de nosotros experimentamos amenazas de muerte. Pueblos Indígenas ingresaron al desierto de Sonora, tierras originales del pueblo O’odham, cuando el genocidio se extendió en Guatemala a principios de los años ochenta. Durante este tiempo más de doscientas mil personas, la mayoría maya, fueron asesinadas o desaparecidas, y más de 1.5 millones fueron desplazados de sus tierras ancestrales obligatoriamente.

El movimiento Santuario comenzó en Tucson, Arizona en marzo de 1982, una estación de paso para Indígenas inmigrantes para revelar al resto de los Estados Unidos que los inmigrantes Indígenas huían del genocidio. La migración forzada de estos pueblos es un resultado directo de la marginación pasada y actual, los conflictos sobre tierras y recursos de leyes y políticas racistas-discriminatorias, la pobreza debilitante, el desarrollo impuesto y, ahora, el cambio climático. El Indígena Abya Yala está de nuevo en movimiento (solicitando asilo, refugiándose, migrando), pero seguimos siendo invisibles. La experiencia migratoria de los Pueblos Indígenas se caracteriza por vulnerabilidades únicas que se derivan de nuestra identidad Indígena y la intersección de la discriminación, el racismo y el lenguaje. 

El gobierno continúa borrando nuestra historia e identidad a través de políticas y la omisión estadística que niega nuestras identidades como pueblos originarios de este continente. Estamos incluidos en la ciudadanía nación-Estado, nuestras historias Indígenas están contenidas, nos niegan el derecho a nuestros idiomas originarios que surgieron de todos los mundos naturales vivientes de este continente. Para los Pueblos Indígenas de lo que hoy es México, Centroamérica y Sudamérica, se nos clasifica erróneamente como latinos, hispanos, latinxs e Indígenas latino-hispanos; lo cual borra nuestra identidad Indígena e infringe nuestro derecho a existir, nuestro derecho a la autodeterminación y al debido proceso en el sistema de inmigración a través de la exclusión del idioma Indígena. 

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En los últimos cinco años, mujeres y niños migrantes han estado en el centro de debates de inmigración debido a la crisis humanitaria en la frontera entre Estados Unidos y México con el aumento de menores no acompañados en el 2014. Estos desplazamientos a gran escala son el resultado del legado del genocidio y masacres en Centroamérica. En mayo de 2018, Claudia Patricia Gómez González recibió un disparo en la cabeza y fue asesinada en Texas después de cruzar la frontera. Conforme los días pasaban, aparecieron nuevas fotos de ella con ropa tradicional maya, corte y huipil. Fue entonces cuando descubrimos que era una mujer maya mam de San Juan Ostuncalco, un pueblo en el departamento de Quetzaltenango. La eliminación de su identidad Maya Mam ocurrió en todos los niveles: fue identificada como guatemalteca, como migrante, como una mujer latina, pero nunca como una mujer Maya Mam. 

A finales de 2018, las horribles historias de niños enjaulados, familias separadas, violencia contra mujeres y niñas y la muerte de los niños mayas Jakelin Caal Maquin (Maya Q'eqchi') y Felipe Gómez Alonzo (Maya Chuj), empujaron a nuestras comunidades mayas a las profundidades de la desesperación y acción. Según las noticias, Jakelin Caal no había recibido un examen médico para detectar signos vitales básicos. El primer idioma de su familia era Maya Q’eqchi', y aun así solo le proporcionaron formularios en inglés a su padre, mientras estaba bajo custodia de Aduanas y Protección Fronteriza, negando así su derecho básico a una comunicación e interpretación efectivas. 

Desde diciembre de 2018, al menos cinco niños mayas y una joven mujer maya han muerto en la frontera entre Estados Unidos y México bajo la custodia de EEUU o han sido asesinados por funcionarios federales; Claudia Gómez (de 20 años) fue asesinada el 23 de mayo de 2018. Jakelin Caal (de 7 años) murió de una infección bacteriana el 8 de diciembre de 2018. Felipe Gómez (de la etnia Maya Chuj, de 8 años) murió el 24 de diciembre de 2018 por complicaciones de gripe. Un adolescente más, Juan de León Gutiérrez (etnia Maya Ch’orti', de 16 años), murió el 30 de abril de 2019 de una infección cerebral causada por una infección sinusal no tratada. Wilmer Josué Ramírez Vásquez (etnia Maya Ch'orti', de 2 años y medio) murió de neumonía el 16 de mayo de 2019. Carlos Gregorio Hernández Vásquez (etnia Maya Achí, de 16 años) murió el 20 de mayo de 2019 después de un diagnóstico de influenza tipo A.  

En la primavera y el verano de 2019, en un día Tijax, obsidiana, en el recuento sagrado maya, nuestras vidas se entrelazaron nuevamente. En este día de medicina y curación, nos unimos al trabajo como aliados Indígenas, los pueblos Águila y Quetzal juntos en defensa de nuestros pueblos. Nos reunimos en nuestro punto de encuentro original de la década de los 80s, el desierto de Sonora, y reafirmamos la autodeterminación; recolectando nuestros propios datos y usando nuestros idiomas para crear materiales en lenguas Indígenas y reunir las historias de nuestros familiares. En Tucson, de julio de 2014 a agosto de 2019, los idiomas, orígenes, destinos e información demográfica de 6.800 solicitantes de asilo fueron documentados en refugios de inmigrantes mediante formularios de admisión. Los datos indicaron que el 20 por ciento hablaba un idioma Indígena como su idioma principal, y que sus áreas de reasentamiento en los Estados Unidos eran diversas. En un giro irónico, muchos migrantes Indígenas se están mudando ahora al sur de los Apalaches, regiones donde las Cinco Tribus sufrieron el camino de lágrimas, migraciones forzadas y violaciones de los tratados. 

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Mam, Kachiquel, Q'eqchi', O'odham, Cherokee, Kickapoo, Comanche, Macehual, Hopi, Ecuadoran, Mexican, y Purepeché Peoples' consultation en Shuck Shon. Foto por Alianza Indigena Sin Fronteras.
 

Durante julio de 2019, hablamos con 39 solicitantes de asilo, de los cuales la mayoría eran mujeres (59 por ciento), mientras que el 44 por ciento hablaba un idioma Indígena. Nuestra propia investigación dirigida por Indígenas proporciona uno de los pocos retratos estadísticamente precisos disponibles de los Pueblos Indígenas que llegan a la región fronteriza de Tucson. Este perfil demográfico indica una gran presencia de Pueblos Indígenas dentro del parámetro de migración forzada. La tendencia de que el mayor número de arrestos de adultos solteros y niños en la frontera suroeste de los EEUU son personas de Guatemala, respalda aún más nuestra preocupación de que se estén violando potencialmente los derechos de cientos o miles de personas Indígenas.

A nuestros pueblos se les niega tanto el debido proceso como su identidad a través de la exclusión del idioma, y se elimina su identidad como pueblos a través de la omisión estadística y la categorización errónea como latinos o hispanos. Las violaciones son comunes y acumulativas en todo el sistema de inmigración, compuestas de violaciones de leyes nacionales e internacionales y convenciones. Existen prácticas arbitrarias y perjudiciales en el sistema de inmigración del gobierno de los EEUU sobre los Pueblos Indígenas. Los migrantes de estos pueblos no reciben un trato equitativo porque no son reconocidos como parte de las Naciones Indígenas con derecho a comunicarse en sus idiomas maternos. Tampoco existe un mecanismo de evaluación por idioma para determinar su estado y necesidades. Permanecen en la oscuridad por falta de documentación en su idioma por parte del gobierno federal. No existe una forma estandarizada de evaluar las lenguas Indígenas en detenciones de largo plazo, en detención de familias y niños, ni en la Operación Streamline. 

Nuestro liderazgo, conocimiento, idiomas y tradiciones Indígenas están creando una respuesta a estas graves violaciones de derechos humanos que nuestros pueblos enfrentan. Los vientos nos reunieron nuevamente, a los pueblos del Águila y el Quetzal, en el desierto sagrado, un lugar de medicina, vida e intersección; un lugar de restos humanos de quienes no sobreviven. Fue la noche lo que nos protegió, la luna y las estrellas que iluminaron nuestros pasos, y el agua que ocultó nuestros movimientos cuando cruzábamos. Fue un lugar en donde nos vimos obligados a escondernos y, en algunos casos, a perder nuestro idioma, a quitarnos la ropa tradicional y cortarnos el pelo; un lugar de trauma y dolor devastador. 

En un tiempo en el que nuestros hijos vuelven a ser arrancados de sus padres, enjaulados, separados y, en el peor de los casos, abandonados a morir por enfermedades como la gripe común, como Pueblos Originarios trascendemos las fronteras entre nación-Estado para unirnos en alianza y defender nuestras vidas. Damos fe de los horrores que continúan infligiendo nuestras tierras y pueblos, pero no nos quedamos en silencio. Nuestra resiliencia, resurgimiento y el reclamo de nuestros derechos e identidades se dan por el poder de nuestros idiomas, cosmovisiones y las medicinas y tradiciones que llevamos de nuestros antepasados. El espíritu y la fuerza de nuestros pueblos nunca morirán porque aún estamos aquí. 

-- Juanita Cabrera Lopez (Maya Mam) dirige la Liga Maya Internacional con sede en D.C. promoviendo la cosmovisión, cultura e historia maya como soluciones a amenazas actuales que afectan los Pueblos Indígenas. Patrisia Gonzales (Kickapoo, Comanche y Macehual) dirige la Alianza Indígena Sin Fronteras (Indigenous Alliance Without Borders) con sede en Tucson, Arizona, la cual promueve los derechos Indígenas, la autodeterminación, la protección de sitios sagrados y el movimiento libre y sin restricciones en las fronteras internacionales. Blake Gentry (Cherokee) dirige la Oficina de Idiomas Indígenas en Tucson, Arizona, la cual coordina la interpretación en idiomas Indígenas y publica materiales internacionales para inmigrantes en asilos fronterizos.


Top photo: Photo courtesy of International Maya League.

 

 

 

 

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