Pasar al contenido principal

Reclamando nuestras semillas, reclamando nuestro futuro: Una voz Indígena por la la soberanía alimentaria en Uganda

Por Achola Oliver (Karamojong Ethur)   

Estoy hablando como hija de la tierra. Nací en los suelos rojos del distrito de Abim, Karamoja, Uganda. Mis recuerdos más tempranos son los de seguir a mi abuela al campo al amanecer, sembrando sorgo, mijo y frijoles. Para nosotras, la comida nunca fue solo cuestión de llenar el estómago. La comida era vida, memoria y cultura. Nos unía a la tierra, a nuestros antepasados y a nuestros hijos.

Hoy, el hambre acecha nuestros hogares. Según el Análisis de Inseguridad Alimentaria Aguda del IPC en Uganda (2024), hasta el 30% de la población de Karamoja se encuentra en crisis o peor. Las familias se saltan comidas, venden activos y dependen de la ayuda humanitaria. Detrás de estas cifras hay personas —Pueblos Indígenas como yo— que deciden si cocinar sus semillas o guardarlas para la próxima siembra.

Por eso, debemos hablar no solo de seguridad alimentaria, sino de soberanía alimentaria: el derecho de los pueblos a controlar sus sistemas alimentarios, cultivar lo que los nutre y vivir con dignidad.

La comida como identidad: la cosmovisión Indígena

En Abim, la tierra es un don sagrado que debe cuidarse y transmitirse. Las semillas son herencia, seleccionadas y resguardadas por mujeres durante generaciones. El sorgo y el mijo no son solo cultivos, sino símbolos de resiliencia. Los alimentos silvestres como el tamarindo, las nueces de karité y los dátiles del desierto completan nuestra dieta. La comida siempre ha estado ligada a la cultura a través de festivales de cosecha, ceremonias de semillas y comidas comunitarias. Las mujeres eran las custodias de los graneros, asegurando que las familias sobrevivieran a las temporadas de escasez. Pero, este mundo está bajo amenaza

Varias fuerzas han socavado la soberanía alimentaria del pueblo Karamojong. El capitalismo colonial sustituyó el mijo y el sorgo por cultivos comerciales más lucrativos y desestimó los métodos agrícolas Indígenas por “atrasados”. El cambio climático ha vuelto irregulares las lluvias, con sequías frecuentes que arrasan las cosechas. La presión sobre la tierra y la tenencia insegura han debilitado los sistemas comunales. El agronegocio ha creado dependencia de fertilizantes químicos y amenaza nuestra biodiversidad nativa. El conflicto y la marginación interrumpen continuamente los ciclos de agricultura y pastoreo.

El resultado es amargo: quienes antes se alimentaban con dignidad ahora dependen de la ayuda y de mercados costosos para sobrevivir.

img1

El caso de Ayugi Conny

Ayugi Conny es una mujer de 30 años de Morulem. Tiene cinco cabras y dos acres, donde sembró sorgo, frijoles y maní, guardando semillas heredadas de su abuela. En 2023, las lluvias fallaron y sus cultivos se marchitaron. Para julio, su granero estaba vacío. Vendió leña, cargando bultos hacia el pueblo, y alimentó a sus hermanos y hermanas con apenas una papilla aguada. La ayuda alimentaria duró dos semanas.

Afortunadamente, el año siguiente fue un poco más alentador. En 2024, con apoyo de un grupo de mujeres capacitado por Escudo de Desarrollo Comunitario de Uganda (Community Development Shield Uganda), Conny aprendió nuevas técnicas agrícolas, entre ellas el uso de solución de hojas de neem, la recolección de agua y el cultivo intercalado de mijo con caupí (frijol de carita). Incluso con lluvias escasas, cosechó suficiente mijo para dos meses.

Ahora conserva parte de su cosecha como semilla e intercambia variedades en un círculo de intercambio de semillas. “La soberanía alimentaria significa no esperar el camión con ayuda. Significa mi propio granero, mi propio mijo y que mis hijos e hijas coman alimentos que los hagan fuertes”, dice con orgullo.

La historia de Conny no es única: es el rostro de la resiliencia y la esperanza en Karamoja.

img1

Círculos de conservación de semillas: comunidad en acción

Los círculos de intercambio de semillas se han convertido en un salvavidas. Las mujeres se reúnen para intercambiar sorgo, mijo y frijoles, enseñándose unas a otras sobre control de plagas, almacenamiento y técnicas de siembra. Rose Apio, lideresa de una cooperativa, explica: “Cuando compartimos semillas, compartimos conocimiento y fortaleza. Incluso si una de nosotras falla, la comunidad se asegura de que ningún niño o niña pase hambre”.

Estos círculos no son solo prácticos: son un renacer cultural. Canciones tradicionales acompañan la siembra y los mayores enseñan a la niñez a respetar la tierra y las semillas. “Es nuestra historia en cada grano”, señala Eriaku, una persona mayor dedicada a la agricultura.

Una nueva voz en estos círculos, Hannah Adong, de 19 años, comparte: “Cuando siembro las semillas que me dio mi madre, me siento conectada con todas las mujeres que vinieron antes que yo. Me da esperanza de que podamos alimentarnos sin perder quiénes somos”.

El agricultor mayor Benon Lorika añade: “Cuando la juventud toma nuestras semillas, lleva adelante no solo plantas, sino conocimiento, oraciones y memoria. Así es como las comunidades sobreviven a las sequías y a las guerras”.

Nuestra juventud es clave. Mucha gente se va a los pueblos creyendo que la agricultura es algo atrasado. Pero sin ellas y ellos, nuestro futuro queda vacío. La soberanía alimentaria replantea la agricultura como dignidad e innovación. La agroecología, el riego solar y los mercados digitales pueden hacer que la agricultura resulte atractiva.

La cultura también importa. Revivir ferias de semillas y festivales de alimentos fortalece el orgullo. Cuando niñas y niños comen en la escuela papilla de mijo en lugar de harina de maíz importada, prueban tanto el alimento como la identidad. Simon Lokwawi, de 22 años, lo afirma: “Al principio me burlaba del mijo. Pero al aprender cómo cultivarlo y cómo resiste la sequía, ahora enseño a otros. Nuestra juventud puede innovar sin irse de casa”, dice.

“Antes pensaba que la agricultura era solo para las personas mayores. Ahora la veo como una forma de crear riqueza, proteger nuestro patrimonio y combatir el hambre. Nuestra juventud también es agricultora orgullosa”, añade Akello Sharon Lucky, de 21 años.

Alianzas, políticas y justicia

Escudo de Desarrollo Comunitario de Uganda (Community Development Shield Uganda) ha acompañado a las comunidades de Karamoja promoviendo prácticas agrícolas Indígenas climáticamente inteligentes y la agroecología; apoyando grupos de conservación de semillas y cooperativas de agricultores; defendiendo los derechos sobre la tierra y los derechos Indígenas; formando lideresas y líderes jóvenes; y amplificando las voces locales en espacios nacionales e internacionales. “Nuestro trabajo no es entregar comida a la gente, sino fortalecer sus capacidades. El cambio verdadero ocurre cuando las comunidades deciden qué cultivar, cómo cultivarlo y cómo compartirlo”, dice Alanyo Agnes, persona encargada de formar cooperativas.

La soberanía alimentaria también es justicia, y el derecho a la alimentación debe hacerse valer en la práctica. Los sistemas consuetudinarios de tenencia de la tierra necesitan protección legal. Las leyes de semillas deben defender las semillas gestionadas por agricultores, no solo las variedades corporativas. Mercados justos deben garantizar que las y los trabajadores agrícolas no sean explotados por intermediarios ni por importaciones baratas.

Hasta que las políticas cambien, las y los agricultores Indígenas seguirán siendo vulnerables a fuerzas fuera de su control. “Las políticas importan, pero también importa nuestra voz”, dice Lydia Nakato. “Debemos hablar, o se perderán las semillas y nuestras hijas e hijos”.

Resiliencia e innovación

La imprevisibilidad del clima ha obligado a las y los agricultores a innovar. Los hoyos zaï (tassa), el acolchado, la cosecha de agua de lluvia y los cultivos tolerantes a la sequía son ahora estrategias cotidianas. Los experimentos liderados por agricultores suelen ser más adaptativos que los programas de arriba hacia abajo. “Aprendimos a observar las nubes, a sembrar según el suelo, no según el calendario”, dice Lucky. “La naturaleza es nuestra maestra si la escuchamos”.

El Escudo de Desarrollo Comunitario de Uganda (Community Development Shield Uganda) y NGO aliadas facilitan talleres, conectando el conocimiento local con la investigación científica. Innovaciones como alertas meteorológicas por teléfono móvil, bancos comunitarios de semillas y monitoreo participativo han mejorado la resiliencia. “Como agricultor, ha sido un honor para mí estar entre los beneficiarios de sus plántulas de árboles y su capacitación en agroforestería. Me he beneficiado mucho de ello y los conocimientos sobre agroforestería sin duda mejorarán la productividad agrícola en la aldea de Talabal”, dice Omwony James.

La soberanía alimentaria es más que supervivencia. Es resistencia frente a la dependencia y la explotación. Es el derecho de los pueblos a una alimentación saludable, culturalmente apropiada y producida de manera sostenible, y el derecho a definir su propia alimentación. En Karamoja, esta visión ya está viva. Las mujeres están recuperando el sorgo y el mijo resistentes a la sequía. La juventud está experimentando con prácticas Indígenas climáticamente inteligentes. Las personas mayores enseñan a la niñez sobre alimentos silvestres y medicina Indígena. Las cooperativas agrícolas resisten a los intermediarios y se conectan con los mercados locales. Cada acto de guardar una semilla, cavar un hoyo zaï o compartir comida en un festival es resistencia y renovación.

Sueño con una Karamoja donde los graneros estén llenos todo el año y las semillas Indígenas prosperen en nuestros suelos; donde las mujeres lideren cooperativas y la toma de decisiones; donde la juventud sea innovadora y agricultora orgullosa; donde los festivales de alimentos celebren nuestra resiliencia; y donde los camiones de ayuda dejen de ser salvavidas. Esto es posible si recuperamos nuestras semillas, protegemos nuestra tierra y valoramos nuestro conocimiento Indígena.

En 2024, Community Development Shield Uganda recibió una subvención del Fondo Guardianes de la Tierra (KOEF) para apoyar su labor. El KOEF es un fondo dirigido por Indígenas dentro de Cultural Survival, diseñado para apoyar los proyectos de defensa y desarrollo comunitario de los pueblos Indígenas. Desde 2017, el KOEF ha apoyado 440 proyectos en 42 países mediante pequeñas subvenciones y un enfoque integral por un total de 2 667 147 dólares.

Achola Oliver tiene una maestría en educación para necesidades educativas especiales y actualmente trabaja en Escudo de Desarrollo Comunitario de Uganda (Community Development Shield Uganda) como Oficial de Proyecto. Oliver pertenece al clan Kakar, del pueblo Karamojong Ethur. 

 

Oficial de proyecto que imparte el programa Building Bridges a padres y cuidadores. El objetivo principal es capacitar a los padres para que exploren el viaje físico, emocional y mental de sus hijos.

 

Your support keeps our site free

Support Indigenous writers and journalists. This content is made entirely possible by loyal readers like you. Cultural Survival does not believe in paywalls. We rely on our supporters and readers to give what they can so that we can continue bringing you Indigenous-led solutions.

 

Our website houses close to five decades of content and publishing. Any content older than 10 years is archival and Cultural Survival does not necessarily agree with the content and word choice today.