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El poder del ritual en el camino a ser mujer

Mi nombre es Sabantho Aderi, que en el lenguaje Lokono-Arawak significa, "Hermosa palomita de tierra". Soy una mujer Indígena de 22 años que vive en una sociedad urbana fuera de mi comunidad ancestral: un territorio ancestral Pakuri Lokono-Arawak de 240 millas cuadradas y 1700 personas en la Región 4, Guyana, Noreste de Sudamérica. Vivo en Barbados, otra nación insular en conjunto, en las Antillas Menores Orientales en el Caribe.

 

Mantener mi identidad, cultura y prácticas Indígenas no es difícil porque soy afortunada de tener padres Lokono-Arawaks pro tradicionalistas. Mi padre nacido en Barbados es descendiente de nuestro último jefe del clan tradicional hereditario en Guyana, y es un historiador muy bien versado en todos los aspectos de nuestra cultura y cosmovisión tradicional. Mi mamá nació y se crió en su comunidad tribal y creció viviendo  todas las cosas Lokono; también fue criada por dos padres Lokono-Arawak muy tradicionalistas. Vivir fuera de mi comunidad nunca me ha hecho sentir como una extraña o desplazada, especialmente desde que he tenido el privilegio de regresar a mis tierras tribales al menos una vez al año para las vacaciones de verano. Cada vez que regresaba, me sentía en casa, como si nunca me hubiera separado de mi gente.

 

 

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Foto: Sabantho Aderi tamiza los gránulos de pulpa de yuca colados antes de hornearlos en un pan plano sin levadura.

 

A los 12 años, me convertí en una mujer en mi tribu, lo cual requirió una demostración de fuerza, tanto mental como física, para probar mi deseo y valor de alcanzar este honor. Para ganar el respeto y elogios de todos los mayores y tradicionalistas en mi tribu, tuve que pasar por nuestro derecho de paso de la pubertad de Lokono, el cual consiste en un ritual de nueve días en donde una lista de protocolos, instrucciones y tabúes deben ser observados obedientemente en este tiempo sagrado para poder convertirse en “una dama de altos estándares y moral” a los ojos de mi gente. 

 

Mediante el cumplimiento de este ritual, me gané los derechos de aprender e involucrarme en todas las ceremonias y rituales tradicionales y culturales. También me gané el derecho de recibir bendiciones y habilidades espirituales antiguas, como también los derechos de aprender conocimiento y sabiduría esotérica en todos los aspectos importantes de nuestra cultura, incluyendo la preservación y transmisión intergeneracional de componentes esenciales tangibles e intangibles de la cultura y herencia Lokono-Arawak. 

 

Durante mi ritual, mi cuerpo fue adornado a cada hora durante los nueve días con nuestros tatuajes temporales, faciales y corporales. Se me enseñó la importancia, los significados ocultos, y el significado espiritual de cada forma y diseño de nuestros tatuajes para que pudiera transmitir el conocimiento a mis hijos y nietos. No se me permitía mirar o estar cerca de ningún hombre que no compartiera mi ADN, o que no viviera en la misma casa que yo. Es temido que si una chica hace esto mientras estaba en su primer período menstrual, ella se convierte en libertina y poco femenina. 

 

Justo con esto, también se permitía tomar solo una calabaza de agua por día y comer un puñado de pan de yuca o un puñado de farine (gránulos horneados de yuca amarga). Esta pequeña cantidad de agua y comida no solo era para mí; tenía que compartirlo con mi familia. Esta práctica fue para enseñarme generosidad y para prepararme para experimentar potenciales adversidades alimentarias en mi vida, e incluso en esos tiempos de hambre y dificultad, debo siempre compartir la poca comida que tenga equitativamente con mi familia, y sobre todo aceptar la adversidad con estoicismo. 

 

Durante mis nueve días, también me despertaba y me bañaba tan pronto como salía el sol, y me bañaba de nuevo antes de que el sol se ocultara. Esto era para recordarme de la importancia de siempre oler, lucir y sentirme limpia como una hermosa flor, ya que es uno de nuestros estándares de higiene y belleza. También se me enseñó la importancia y el secreto de yuri (tabaco), una de las plantas medicinales más importantes. Se me enseñó cómo sembrarla, cosecharla, y cómo usarla apropiadamente y que es solamente para orar y curar a otros y nunca para placer personal o recreación. Las reuniones de oración con tabaco tienen un protocolo especial que incluye el orden de quien fuma primero, y la dirección en la que el tabaco debe ser pasado. Mi abuela me enseñó cómo hervir y secar Tibisiri (un material similar a la paja) y cómo tejerla. Éste es uno de nuestros principales materiales con lo que hacemos nuestros trajes tradicionales de mujer, como también tapetes, tazones decorativos para almacenar, y canastas. Por último, me enseñaron sobre la historia de mi familia en la tribu y el origen de nuestro clan. 

 

Este ritual de pubertad para nuestras niñas era tradicionalmente obligatorio social y culturalmente en nuestra tribu, pero los efectos duales de la colonización física y espiritual lo ha hecho voluntario ahora. Solo si una niña lo solicita, su familia le dará el ritual, pero si una niña tiene padres no tradicionalistas, ella no verá ni entenderá la importancia o el valor que éste tiene. Estoy orgullosa de que, al igual que nuestra madre y todas nuestras antepasadas antes que ella, ambas, mi hermana pequeña y yo solicitamos y nos sometimos a esta gran prueba de honor de ser mujer.


 

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Foto: Sabantho Aderi practica quitar hojas de palma para hacer paja, una habilidad artesanal que todas las mujeres tradicionalistas de la tribu Lokono-Arawak deben conocer.

 

El ritual de cada niña puede diferir un poco, dependiendo de lo que sus padres y abuelos consideren que sean las lecciones más importantes que la niña necesite aprender para su propio bien y el de la tribu. Por ejemplo, en base a sus pensamientos y acciones infantiles hasta ahora, la pereza o el egoísmo pueden haber sido rasgos negativos dominantes que necesitan ser reemplazados. Las partes más importantes de acuerdo a nuestros mayores siempre se mantienen en el ritual de cada niña: meditar, orar, ayunar, compartir, bañarse, y no exponerse a hombres fuera de la familia o casa. 

 

Lo que hoy encuentro tan hermoso en nuestra comunidad es el hecho de que los miembros de la familia de las niñas que han empezado su primera menstruación, nunca son tímidos para pedirles orientación a otros tradicionalistas sobre los protocolos apropiados para el ritual. Este ritual todavía es relativamente común en nuestra comunidad, y a veces escucharás que la gente hace bromas sobre los defectos en la personalidad de sus hermanas o primas, o sobre los malos hábitos que se deben al manejo de su ritual de la pubertad. Mi gente hace bromas sobre casi cualquier cosa, es por eso que nos volvemos fuertes cuando enfrentamos problemas fuera de la comunidad: resiliencia construida por el humor.

 

Hace mucho tiempo, una vez que una niña había terminado su ritual de nueve días, se le permitía empezar a cortejar y casarse después con el primer chico que tuviera las cualidades correctas que los padres sabían que un esposo y padre debía tener, porque ahora se le veía a ella como una mujer a los ojos de la comunidad. Hemos abandonado esta práctica con ayuda de la ciencia y una mayor conciencia del desarrollo corporal de la mujer. Muchas mujeres jóvenes a quienes se les permitió casarse tan pronto como tuvieron su primera menstruación, y su ritual de pubertad a la tierna edad de 12 o 13 años desafortunadamente murieron durante la labor de parto debido a complicaciones en el parto. 

 

En esta época nuestras mujeres son más conscientes de las opciones y oportunidades disponibles para ellas, así que ahora vemos más mujeres jóvenes avanzando en su educación y uniéndose a la fuerza laboral o convirtiéndose en emprendedoras de pequeñas empresas y trabajando por ellas mismas, sobresaliendo en sus estudios y en sus carreras y sirviendo a la comunidad de muchas otras formas poderosas. Hay tanto que conseguir antes de tomar el muy grande, pero hermoso papel de convertirse en una madre y traer una nueva vida a este mundo. 

 

También entendemos que la maternidad no está en las cartas de todos en esta vida, pero eso no cambia el hecho de que provenimos de tantas mujeres fuertes y hermosas y que nosotras mismas somos mujeres hermosas y fuertes. Este ritual aún es, y espero que siempre sea, una parte importante de nuestra cultura que sea respetada, valorada, y mantenida. Estoy orgullosa de venir de un pueblo que cree en el poder de nuestras prácticas culturales y espirituales. 

 

-Sabantho Aderi (Lokono-Arawak), de 22 años, es miembro de la Comunidad Indígena del territorio tribal de Pakuri en Guyana. Es una activista de los derechos Indígenas y artista. Creó el primer mural Lokono-Arawak que consiste en la representación de las criaturas mitológicas de su pueblo, y está ubicado en sus tierras tribales. A los 18 años, se convirtió en la mujer más joven en participar en el proyecto del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas, Programa de Formación de Capacidades Globales patrocinado a través de la Fundación Tribal Link.

 

 

Todas las fotos de Sabantho Aderi.

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