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Una carta a los tejedores de la historia queer

 
Por Claudio Hernandez (Na Ñuu Savi)

A quien corresponda,

Como los huipiles tejidos por las mujeres Indígenas de México y Guatemala, existir es ser un patrón que describe lo que rodea al ser y a la comunidad; todo lo que define la tierra natal donde las formas de vida ancestrales han sido solidificadas por generaciones de Indígenas, y donde la flora y la fauna han sido exploradas por ellos. Los huipiles son portadores del universo comunitario: biológico, ecológico, medioambiental, cultural, sociológico y geográfico. Los huipiles también llevan consigo lo histórico, todo lo que se remonta a una época anterior a la llegada de los extranjeros de Europa y a una historia de sus imposiciones. Pensamos en la patria no sólo como lo que constituye el espacio Indígena, sino también son puntos en el tiempo; los colores, hilos y patrones de los huipiles actuales expresan estilos que se han entremezclado con una patria que fue y una patria que es.

Como los hilos en el proceso de tejer, viajamos de un lado a otro entre lugares pasados de la historia y la historia actual en la que existimos. Por ejemplo, las formas culturales, la flora y la fauna de Ñuu Savi (la región de la lluvia, la región mixteca de México), la patria de mis antepasados, se han transformado por la imposición de una economía extranjera, una religión extranjera y una agricultura extranjera que nos han empujado a través de las geografías coloniales que llamamos México y Estados Unidos, y con cuya historia hemos tenido que luchar para asegurar nuestra supervivencia individual y comunitaria.

Los españoles trajeron con ellos plantas y animales que acabaron erosionando el suelo de Ñuu Savi, dificultando el uso de tierras que antes eran fértiles para mantener a las personas que utilizan la tierra para vivir. Esto empujó a los agricultores de Ñuu Savi a buscar trabajo fuera de sus territorios ancestrales, en otros estados mexicanos como Chiapas, Veracruz, Sinaloa y Tijuana. Los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sobre los agricultores Indígenas, ya de por sí en apuros, empujaron a los Na Ñuu Savi más allá de la frontera entre Estados Unidos y México, hacia California, Oregón, Washington, Nueva York, Florida y otros estados de Estados Unidos, donde los habitantes de la Región de la Lluvia pueblan ciertas ciudades con tal densidad de población que es como si se hubieran llevado consigo sus pueblos de origen a miles de kilómetros de distancia.

Al igual que las frutas y verduras que los habitantes de Ñuu Savi suben a los camiones en la economía agrícola de Estados Unidos y México, los habitantes de la "Región de la Lluvia" llevan consigo sus mezclas de tradiciones católicas, cristianas e Indígenas, sus historias y sus conocimientos del mundo natural. Las nuevas generaciones de Na Ñuu Savi nacidas en lo que ellos llaman Norti (el Norte) se niegan a desprenderse de las enseñanzas de sus antepasados trazando hilos que modelan su pasado mientras se teje su futuro. A través de este ir y venir entre geografías e historias, la homosexualidad y las tierras Indígenas se entretejen en el tejido del espacio y el tiempo como patrones complejos que pocos pueden entender con certeza, excepto aquellos cuyas vidas se encuentran en las puntadas y los colores de esos patrones.

El pasado de Na Ñuu Savi, lo que llamamos Ña Tsanaa, se teje a partir de lo que los arqueólogos llaman artefactos y lo que los antropólogos llaman etnografía mediante el estudio de las creaciones materiales humanas y el estudio de las costumbres humanas. Sin embargo, se trata de un pasado tejido por forasteros que, mediante el ejercicio de la ciencia, tratan de deducir la historia interpretándola con el menor error posible. A través de la ciencia, estos forasteros tejen lo que observan de personas cuyos legados históricos son hilos de los que nunca han formado parte, hilos que ellos pueden interpretar como de un color o de un determinado material, mientras que las personas de esos legados históricos afirman que son de otro. Pocas veces la gente de los hilos Indígenas llega a popularizar lo que ven a través de sus propios ojos, usando sus manos para escribir o su propia voz para hablar de cómo su pasado y su presente se entretejen a través de hilos que extienden generaciones de conocimiento y trabajo comunal.

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Patrones de bordado de huipiles de San Juan Mixtepec.

El elitismo en lo que llamamos academia impide realizar lo anterior, y por ende la sociedad ha forjado el camino para ese elitismo y forjado barreras para acceder a medios amplios para difundir el conocimiento es la causa de por qué tan pocos Indígenas se expresan. Esta sociedad se allanó mediante el intento de borrar las historias Indígenas y el intento de impedir el acceso a esas historias, pero no sin la resistencia Indígena. El intento de borrar las historias Indígenas es un intento de subyugarnos, de entretejernos en lo que es ideal para la creación de México y sus colonizadores; nuestra resistencia es un intento de continuar tejiendo tanta agencia como podamos reunir dentro de los límites del colonialismo, hilos Indígenas. El estado de Oaxaca en México es un testimonio del tira y afloja entre las imposiciones coloniales y la resistencia Indígena.

Los huipiles, las cestas, la arquitectura, la comida, los topónimos, las costumbres y la lengua que seguimos utilizando a pesar de los cambios que han tenido que sufrir, y el creciente número de escritores, intérpretes y poseedores de conocimientos Indígenas es una prueba de cómo hemos ejercido nuestra agencia frente a las imposiciones coloniales. Aunque nos vemos obligados a emigrar para encontrar la supervivencia, es la forma en que hemos ejercido nuestra agencia lo que sigue garantizando la supervivencia de nuestros pueblos, creaciones y costumbres incluso lejos de la tierra natal. Intentar alejarnos de la Región de la Lluvia es seguir alejándonos de la relación que hemos construido con nuestras tierras ancestrales, y es alejarnos de nuestra relación con la forma en que percibimos el universo. Pero este intento de eliminar nuestra relación con la tierra natal es un fracaso mientras sigamos manteniendo nuestra agencia y nuestra relación con el universo allá donde vayamos. Resistirse a la supresión Indígena es, entonces, conocer y conservar los universos Indígenas. La supresión queer está relacionada a la supresión Indígena, al borrar el lugar de las personas queer en los universos Indígenas. 

Los Indígenas conocen su historia porque la proximidad a parientes con ese conocimiento o el acceso a la alfabetización y a una literatura precisa se lo han permitido. Desconocer su historia es no tener esos parientes, no tener acceso, porque a ellos y a quienes los rodean se les ha impuesto una historia alternativa. Investigar la historia Indígena, traer Ña Tsanaa con nosotros a Ña Vichi (hoy, el presente), es la labor de hablar con nuestros parientes y usar el conocimiento comunal para verificar la exactitud del conocimiento Indígena afirmado por los no Indígenas. Investigar el lugar de las personas queer en la historia conlleva la dificultad añadida de que se considera tabú, porque México y Estados Unidos no querían que las personas de géneros y sexualidades "anormales" formaran parte de las naciones ideales que intentaban construir.  Los europeos quemaban y torturaban todo lo que podían de los universos Indígenas y prestaban especial atención a quemar y torturar los mundos de la homosexualidad. Nos obligaron a seguir tejiendo nuestras experiencias en silencio e invisibilidad, a tejer entre la particular violencia racista, homófoba, sexista y transfóbica que continúa hasta el día de hoy. Los pasados y los presentes queer-Indígenas son brasas que luchan por mantenerse encendidas, brasas que llevan el potencial de convertirse en llamas que quemarán lo que se nos ha impuesto como "normal".

Hacer visibles nuestros hilos, empoderarnos en el acto de tejer hilos queer-indígenas, es otro acto de resistencia y justicia Indígena. Embarcarse en el viaje de desenredar los hilos Indígenas y queer en el tejido del tiempo y el espacio es enfrentarse a las personas que nos ven como anormales y gritar: "¡Estamos aquí! SIEMPRE hemos estado aquí. No nos borrarán". En ciertas partes de Ñuu Savi, entre los susurros de la comunidad, el concepto de Na Uvi Nuu es un fuego en reposo avivado a llamas fervientes por aquellos cuyo aliento se esfuerza por difundir este conocimiento. Na Uvi Nuu significa "Persona de dos frentes" o "Persona de dos fuerzas", una frase que apunta a la doble presentación y fuerza del género en una sola persona. Los hilos que conforman esta experiencia son difíciles de trazar, pero al tejer el futuro tomamos de otros conceptos de dualidad para ampliar lo que es ser Na Uvi Nuu. Entre los zapotecas, ser Muxe es otra experiencia que capta esta dualidad. Uno es un Muxe que se presenta como hombre, un Muxe que se presenta como mujer, un Muxe que es ambas cosas, o un Muxe que es sólo Muxe. Por lo tanto, ser Na Uvi Nuu es estar en la intersección de las experiencias masculina y femenina, aceptar y rechazar partes de una u otra, y aceptar y rechazar plenamente ambas al mismo tiempo; todo esto en términos de la experiencia local de Ñuu Savi y de la experiencia Indígena más amplia. En el viaje de tejer experiencias queer e Indígenas de México, Guatemala y más allá, coloreamos y cosemos estos hilos en visibilidad siempre y cuando hagamos el esfuerzo de tejer. Para concluir, esta es una invitación para que tejan conmigo lo que es ser queer e Indígena a lo largo de este año. 

Na Koo Va’ako/Déjennos vivir bien

Claudio Hernandez (Na Ñuu Savi)



-- Claudio Hernández (Na Ñuu Savi/Mixteco) es escritor en residencia de Cultural Survival 2022-2023.

¿Quieres contar tu historia? Ponte en contacto con Claudio Hernández al correo: claudio.h1207@gmail.com.